Los oricios son la joya de la corona, un manjar cuya transformación gastronómica es más que evidente.
Con pocos productos como con este se da una circunstancia extrema del todo particular como es que compartan mesa quienes recuerdan, y no se cansan de repetir cada temporada, los años en que su generación se acercaba al litoral y los recogía a paladas, y quienes, expertos en saborear los oricios que llegan a Asturias procedentes de otras regiones, gustan saborearlos en recetas más complejas. En común, su disfrute cada invierno cuando empieza la temporada.